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Las Seis Horas Peruanas

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Foto: Mazda RX7, Seis Horas Peruanas, circuito de Santa Rosa (Perú)

Las Seis Horas Peruanas

Santa Rosa fue uno de los circuitos más emblemáticos del Perú.


Es poco común ir a la playa en invierno, sobretodo si no se trata del balneario que uno suele frecuentar en verano. Pero, durante algunos años de mi niñez esta visita anual era prácticamente obligatoria, una suerte de peregrinaje.

 

El balneario de Santa Rosa, ubicado a unos 40 km al norte de Lima, fue, en la década de los ‘80, el escenario por excelencia de la principal competencia de circuito del Perú, las Seis Horas Peruanas.

 

El improvisado circuito callejero, de casi 4 km de longitud, trazaba un amplio recorrido en sentido antihorario y fue por mucho tiempo el más destacado para realizar esta tradicional prueba de resistencia.

 

Partiendo de la recta principal al lado de la playa (con el mar al lado derecho) se llegaba a una curva cerrada a la izquierda que daba inicio a una serie de horquillas en subida por el cerro, para luego bordearlo con una serie de curvas a la izquierda y desembocar en la recta opuesta a lo largo de lo que es hoy la avenida Bertello, que incluía amplias curvas a gran velocidad ya de bajada, pasando por una chicana. Luego venían la famosa curva de la pileta y el paso frente a la improvisada zona de pits, para finalmente volver a la recta principal completando la vuelta.

 

No se puede pensar en el circuito callejero de Santa Rosa sin vincularlo a los triunfos de los Mazda RX7, prácticamente imbatibles en este escenario de los años ‘80. 

 

Este pequeño deportivo japonés, de líneas limpias y frente afilado, tenía como principal característica a su motor rotativo Wankel. Propulsor de menor complejidad mecánica que resultaba en mayor potencia específica y menor vibración, acompañadas de un sonido agudo muy típico.

 

Después de estos años dorados, Santa Rosa comenzó a perder protagonismo en favor de otros circuitos más modernos y sobretodo más adecuados para organizar competencias con estándares modernos de seguridad.

 

Al mismo tiempo, y después de alcanzar su mayor éxito en competencias internacionales de la mano de Mazda en Le Mans 1991, el motor Wankel fue perdiendo vigencia hasta que dejó de ser una opción frente al motor convencional, principalmente por sus tres puntos débiles ya conocidos: desgaste, consumo y emisiones. 

 

Muchos años después, me di el gusto de recorrer lo que fuera este circuito, mientras llegaban a mi mente los vívidos recuerdos de esas carreras; en invierno y frente al mar, de la mano de esos pequeños vehículos de líneas afiladas y sonido de motor tan singular.FK



BgD

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